Destiny es una franquicia de videojuegos que está a punto de cumplir diez años en el mercado. Pocos títulos en la historia de los videojuegos podría presumir tener el mismo recorrido, en particular una serie que ha tenido tantos altibajos. Desarrollada principalmente por la compañía Bungie, comenzó vida en la PlayStation 3, presentándonos un First Person Shooter (FPS) que nos llevaría al espacio, en un contexto de fantasía con razas alienígenas y la supervivencia de la humanidad tras un apocalipsis gracias a una especie de deidad que vino fuera de la galaxia.
El ‘Destiny’ y sus ciclos
Desde el principio Destiny cautivó con dos cosas, su interesante historia de fantasía y su increíble jugabilidad de shooter, producto de un extremadamente sensible y comodo sistema de armas, mezclado con habilidades mágicas espaciales, junto con sistemas de progresión que danzaban en elementos básicos del RPG.
Todo lo anterior suena muy bien, e indudablemente lo es. Sin embargo, es imposible cuestionarse cuánto de todo ello ha sido talento de sus desarrolladores y un ‘accidente’ que Bungie como compañía ha sabido sostener con el paso del tiempo. Ciertamente hay elementos de ambos, la primera entrega de Destiny saltó al ruedo con casi todo su contenido inicial e historia cancelados, excusados en un modelo de servicio continuo, Bungie uso la sólida fundación de jugabilidad de su título para darse tiempo para desarrollar más contenido e historia, salvando el juego y la ira de su base de jugadores con la salida de su primera expansion: Destiny – Taken King.
A partir de allí, Destiny se mantuvo en un ciclo similar de entrega de contenido, aprovechando su éxito para implementar sistemas predatorios de monetización, y mantener su juego y su población con el mínimo posible cada año, donde una nueva expansión serviría para inyectarle más capital a Bungie y nuevas avenidas para explorar su modelo de monetización.
El Enemigo Externo
Bungie ha sufrido gracias a su propio éxito. Después de haber producido Halo y buscado su independencia de Microsoft, pasan por constantes ciclos donde los altos mandos surfean las olas de éxito y de bienestar financiero, mientras que los desarrolladores y comunidad pagan los platos rotos cada vez que abusan de su buena suerte y estiran hasta donde pueden ordeñar el título sin invertir en él.
En múltiples ocasiones han tenido otros a quien culpar, primero Microsoft, y luego cuando hicieron sociedad con Activision, siempre parecía que los otros eran los malos del paseo, los que querían monetizar sin entregar contenido. Destiny 2 nos dio evidencia de esto cuando finalmente se divorciaron de Activision, buscando por segunda vez independencia, después de que esta y High Moon Studios les hubiera ayudado con su segunda gran salvación en Destiny 2: Forsaken.
Un Brillo Familiar
Destiny 2 es un relámpago embotellado, fueron los comentarios de ejecutivos cuando Sony compro Bungie recientemente. Uno podría pensar que están alabando el talento, el concepto y la jugabilidad que el título presentan, pero probablemente sea más admiración por la habilidad de sostener un servicio en vivo por más de diez años, con todos los altibajos de desarrollo y entrega que han tenido, y aún así tener una población captiva, que está dispuesta a darles el beneficio de la duda con la siguiente iteración que provean del título.
Es probable que se hallan llevado un susto grande después de la expansion Lightfall, una de las peores de la saga Destiny y que claramente fue cocida en dos minutos, como un producto que Bungie sacó al mercado para darse tiempo de completar su gran expansión final: The Final Shape. Esta última jugada no resultó sin precio, con Bungie fallando en cumplir sus expectativas de éxito financiero con Lightfall, y la amenaza de que, si cruzaban una línea roja financiera, Sony absorbería el estudio, no les quedo otra que despedir empleados y talento como nunca, dejando ir a creativos valiosos como el compositor principal de la saga.
Sindrome de Abuso
El ciclo se repite una vez más, al menos el grueso de Final Shape, ha sido muy bien recibido por los jugadores y estamos en la fase de luna de miel, donde el contenido y nuevos cambios y juguetes nos tienen distraídos lo suficiente como para ver que estructuralmente aún no hay cambios. Observadores más atentos podrán ver que el cambio de temporadas a episodios solamente parece ser cosmético, pero les ha dado suficiente tiempo para que el relámpago vuelva a brillar.
En general el ciclo de Destiny con sus jugadores a través del tiempo se asemeja mucho a una pareja en situación de abuso. Primero está la fase de luna de miel, donde todo está bien y los dos miembros de la pareja están contentos, luego está la fase donde inevitablemente uno de los miembros ejerce una situación desigual sobre el otro, una fase subsecuente donde los abusados se revelan ante su victimario y empiezan a demandar retribución o respuesta, y una fase donde el victimario pone su mejor comportamiento para convencer a la otra parte de que ha cambiado y todo estará bien. Repita y Enjuague.
La Forma Final
Cuando nos damos cuenta de que Sony compró Bungie para que replicaran su éxito en juegos de servicio continuo, te preguntas si no están buscando como replicar ese sistema de abuso y la captura de una comunidad que lograron con Destiny.
En términos del juego tendremos que ver cuánto dura ésta nueva luna de miel. Sin duda alguna está en su mejor momento, con un nuevo set de habilidades mágicas espaciales en Prismatic, que han revitalizado la jugabilidad y llevado por completo al reino RPG, el concepto de fps. El balance del juego está completamente roto por este nuevo set de habilidades, pero es una forma brillante de atraer jugadores con la fantasía de poder, mientras pase el tiempo y a punta de nerfs, Bungie tratará de regresar a la fantasía propia que Destiny 2 puede ser un juego competitivo en PvP.
A pesar de que Final Shape marca, el fin de diez años de historia y de la saga de la “Luz y Oscuridad”, ya tienen pensado el futuro de su saga con Destiny: Frontiers, que probablemente nos lleve por fuera del sistema solar en más aventuras. El rumor del proyecto “Payback” le daba marketing a un tentativo Destiny 3, donde una vez más Bungie prometía que esta vez harían el juego que querían hacer, pero recientes movimientos de la compañía deshaciéndose de gran parte de su fuerza laboral y la cancelación de múltiples proyectos tienen el futuro en veremos. La botella se agita una vez más. ¿Volvemos a creer en la promesa de cambio?